Correspondencias
Charles Baudelaire
Charles Baudelaire
La Naturaleza es un templo cuyos vivientes pilares,
dejan a veces escapar confusas palabras.
El hombre posa allí a través de bosques de símbolos,
que lo observan con miradas familiares.
dejan a veces escapar confusas palabras.
El hombre posa allí a través de bosques de símbolos,
que lo observan con miradas familiares.
Como largos ecos que de lejos se confunden
en una tenebrosa y profunda unidad
—vasta como la noche y como la luz—
los perfumes, los colores y los sonidos se responden.
en una tenebrosa y profunda unidad
—vasta como la noche y como la luz—
los perfumes, los colores y los sonidos se responden.
Hay perfumes frescos como carne de niño,
dulces como los oboes, verdes como las praderas.
Y hay otros corrompidos, ricos y triunfantes,
dulces como los oboes, verdes como las praderas.
Y hay otros corrompidos, ricos y triunfantes,
que tienen la expansión de las cosas infinitas,
como el ámbar, el almizcle, el benjuí y el incienso,
que cantan los transportes del espíritu y los sentidos.
como el ámbar, el almizcle, el benjuí y el incienso,
que cantan los transportes del espíritu y los sentidos.
Soneto de las vocales
Arthur Rimbaud
Arthur Rimbaud
A negra, E blanca, I roja, U verde, O azul: vocales,
algún día diré vuestro origen secreto;
A, negro corsé velludo de moscas relucientes
que se agitan en torno de fetideces crueles, golfos de sombra;
E, candor de nieblas y de tiendas, lanzas de glaciar
fiero, reyes blancos, escalofríos de umbelas;
I, púrpura, sangre, esputo, reír de labios bellos
en cóleras terribles o embriagueces sensuales;
U, ciclos, vibraciones divinas de los mares verduzcos,
paz de campo sembrado de animales,
paz de arrugas que la alquimia imprimió en las frentes profundas;
O supremo clarín de estridencias extrañas, silencio
atravesado de Angeles y de Mundos;
O, la Omega, el reflejo violeta de sus Ojos!
algún día diré vuestro origen secreto;
A, negro corsé velludo de moscas relucientes
que se agitan en torno de fetideces crueles, golfos de sombra;
E, candor de nieblas y de tiendas, lanzas de glaciar
fiero, reyes blancos, escalofríos de umbelas;
I, púrpura, sangre, esputo, reír de labios bellos
en cóleras terribles o embriagueces sensuales;
U, ciclos, vibraciones divinas de los mares verduzcos,
paz de campo sembrado de animales,
paz de arrugas que la alquimia imprimió en las frentes profundas;
O supremo clarín de estridencias extrañas, silencio
atravesado de Angeles y de Mundos;
O, la Omega, el reflejo violeta de sus Ojos!
Relacionado con la vida de Rimbaud, José Jiménez Lozano dejó este poema en "La estación que gusta al cuco" (Pre-Textos, 2010):
ResponderEliminar"Por delicadeza
he perdido mi vida", quejóse
Arthur Rimbaud, poeta.
Naturalmente, ¿qué creía?
Así, que, más tarde, cuando
leyó las instrucciones de uso
de este mundo con cuidado,
puso un negocio. ¡Lógico!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPara complementar lo que vimos en clase, aquí os dejo dos enlaces con las vicisitudes de Baudelaire y Rimbaud:
ResponderEliminarhttp://es.wikipedia.org/wiki/Charles_Baudelaire y
http://es.wikipedia.org/wiki/Arthur_Rimbaud